La piel

 La piel de las psitácidas es muy delgada y frágil, seca y de color amarillento, con escasos vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. Está protegida por el plumaje, lo que ayuda a reducir el peso durante el vuelo.
La piel carece de glándulas sudorípadas, a excepción del conducto auditivo externo y la glándula uropigeal, por lo que las aves pierden calor a través de su fina piel o por evaporación desde el sistema respiratorio.

El picaje de este loro barranquero nos permite ver el color amarillento de su piel. 

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La glándula uropigea se encuentra en la parte dorsal de la base de la cola, sobre el obispillo. Se puede ver como un pequeño bulto recubierto por un mechón de plumas. Su función es la producción de un aceite para el mantenimiento e impermeabilización del plumaje. También, al contacto con el sol este aceite se transforma en vitamina D3 que luego es ingerida por las aves durante el acicalamiento. No todas las psitácidas, como los Amazonas, poseen glándula uropigea, sin embargo, los Yacos o periquitos australianos la tienen muy desarrollada.

Mi cotorra argentina, Yenuen, mostrando su mechón característico de su glándulo uropigea.
Detrás de ese mechón blanco se oculta un pequeño bulto,
el que segrega la sustancia oleosa para el cuidado de las plumas.

El tejido subcutáneo es escaso, aunque es frecuente la acumulación de tejido adiposo (en tórax y abdomen).
La epidermis se condensa y cornifica dando lugar a estructuras como el pico y las uñas.
En la zona medial del tarsometatarso se modifica constituyendo escamas similares a las de los reptiles, con el objetivo de resistir los golpes de aterrizajes y fricciones en posaderos.

Este artículo es un contenido original del Blog de Loros en Argentina

3 comentarios en “La piel”

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